Cuestión de perspectivas

A lo largo de estos años trabajando con niños y niñas, me he dado cuenta que cuando estoy en el patio de algún colegio o en el parque, al cabo de un rato me encuentro en medio de unos cuantos peques que me siguen con atención o se paran a escuchar lo que cuento.  Normalmente hay muchos más adultos a mi alrededor: mamás hablando, cuidadoras esperando a que los niños terminaran la merienda o  hermanos más mayores jugando. Nunca me ha quedado del todo claro, el porqué de esta actitud en los peques que se acercaban.

Hace un par de días lo entendí: ¡tan solo era cuestión de perspectiva!. El resto de “mayores” que andaban por allí estaban de pie o sentados en los altillos de los muros de los colegios. ¡Yo era la única que estaba agachada o sentada en el suelo!. Claro, desde esta posición es mucho más fácil que sus ojos y los míos se encuentren, que mi voz llegue a sus oídos y que nuestras sonrisas, se crucen.

Y entonces entendí que quizá, el primer paso para llegar a ellos, ES SITUARNOS A SU ALTURA, hacerlos presentes, tenerlos en cuenta, PREGUNTARLES y MIRARLES.

¿Será este el “truco” de los países en los que la educación es puntera? ¿tendrán en cuenta el desarrollo  de los peques? ¿sabrán qué es lo de esperar en cada etapa y SE ADAPTARÁN a ello?.

Necesitamos un cambio de perspectiva.

                Por eso, esta primera entrada va dedicada a los que MIRAN. A maestros que luchan por mejorar el sistema, a las pedagogías centradas en el niño que se abren camino a pesar de las dificultades, a los terapeutas que apostamos por corrientes centradas en dar voz a los peques y sobre todo, a las familias: a las que no reprochan a la maestra que no hace fichas, a las que se paran en mitad de la calle y acompañan a su hijo en una rabieta a pesar de las miradas inquisidoras de las personas que pasan por su lado, a las que tienen que aguantar  por métodos de crianza “ridículos” 😉

A todas vosotras, a todos vosotros:

gracias